Emigrar y 7 retos en la convivencia con otros

EMIGRAR: 7 RETOS DE LA CONVIVENCIA  

1. Lo que supone emigrar. Emigrar es un evento de la vida, que si bien no es esperado evolutivamente como la adolescencia, supone diversos retos y a su vez, satisfacciones, lo cual es importante asumir conscientemente. Es importante aclarar que es un proceso único y vivido en forma diferente por quien lo experimenta; por tanto, no es posible dar recetas que puedan generalizarse, ya que las motivaciones, intereses y condiciones sociales, económicas y personales en torno al tema, son individuales y muy variadas. Lo que si puede decirse de entrada, es que requiere una alta dosis de paciencia mientras ocurre la adaptación a la nueva vida.
2. Expectativas Vs. Realidad. En función de lo anterior, es importante tener expectativas claras con respecto al proyecto migratorio, el “para qué”, esa motivación inicial que me orienta a moverme de mi lugar de origen. Esto puede ir teniendo matices y cambiar a lo largo del tiempo, pero en principio, es lo que me mueve a un objetivo. Es importante que sea una decisión tomada con elementos racionales y lógicos, que permitan evaluar con qué recursos cuenta la persona, que necesita para llevar a cabo su proyecto y cuánto tiempo estima que le llevará ejecutarlo. Esta decisión, como la mayoría de las que toman los adultos sanos emocionalmente, responde a las necesidades particulares de esa persona; por tanto, aunque alguien recomiende, sugiera o incluso intente persuadir a otro de que emigrar es lo mejor y que cuando llegue se le abrirán todas las puertas, le buscarán casa, trabajo, etc.; esta decisión queda solo en manos del individuo, quien le tocará asumir las consecuencias de la misma, por esto no vale eso de “vente y aquí resolvemos como puedas”, esto es válido tanto para decidir estudiar una carrera profesional, tener un hijo, casarse, etc.
3. Reacomodación de roles. Cuando la persona que emigra le toca compartir y convivir con otros, sean familiares o extraños, es importante considerar que tal vez la situación exija un reacomodo de roles, por ejemplo: si anteriormente la persona era jefe de hogar, tal vez mientras se establece y se muda, deba ajustarse a las normas del actual jefe de hogar del lugar donde habita durante la migración; y esto puede ser muy retador al principio, tanto para los nuevos huéspedes como para los anfitriones, si no existe la suficiente flexibilidad para moverse dentro del sistema familiar.
4. Reglas claras desde el principio, los límites propios y de los demás. En la convivencia familiar es prioritario definir desde los primeros días, qué es lo que se espera de mí y que puedo esperar del otro, es preferible sentarse y hablarlo directamente a descubrirlo por ensayo y error con el paso de los días; esto requiere cierta proactividad si con el paso del tiempo no se da ésta conversación, dado que el tema de la convivencia tiene que ver con el respeto a los derechos del otro. Esto va desde aspectos tan futiles o simples como el uso de la cocina, el aseo del hogar, quien saca la basura y qué días, hasta aspectos más serios, tal como la economía del hogar o los pagos de los servicios, por ejemplo, quien ayuda en qué y cómo.
5. Empatía con el otro. En todo este camino es muy importante que tanto para el anfitrión como para quien llega, tener siempre en mente: ¿Cómo me sentiría yo en su situación?, es decir, desarrollar y fortalecer la capacidad de empatía; de modo que encuentren la mejor manera de decirse las cosas, sin lastimar al otro, en forma adulta, sin victimizarlo o sentirse culpable por pedir o sugerir tal cosa. De forma tal que se genere una comunicación asertiva, estableciendo acuerdos que funcionen. Es lo más probable que quien llega no pueda conocer todas las convenciones sociales del nuevo lugar, por lo que la persona o familia que recibe, deba comunicarlo con paciencia, empatía y respeto. Ayudar al otro implica también dejarse ayudar, promover una reciprocidad en la relación, ver al otro no desde la asimetría o desde la carencia: “pobre del otro”, sino alguien que es diferente a mí, tiene diferentes circunstancias a las mías, pero yo también pasé por lo mismo y se cómo se siente dejar atrás todo en un nuevo país y ser extranjero.
6. La crianza cuando hay niños de ambas familias. Este es un aspecto delicado pero que debe estar muy claro desde el comienzo, LA CRIANZA DE LOS NIÑOS LE CORRESPONDE A SUS PADRES, de tal modo que si los padres previamente acordaron determinadas consecuencias ante tales comportamientos, eso debe ser comunicado y respetado por cada familia, para evitar las desautorizaciones y conflictos consiguientes como resultado de malos entendidos.
7. Esto es temporal. Cuando se definen las expectativas personales y familiares en la convivencia con otros, como se dijo anteriormente, como un tema temporal mientras logra estabilizarse el miembro o la familia que emigra, dado que necesitan su autonomía como adultos; es más probable que las fricciones que puedan ocurrir no se perciban como afrentas o ataques personales y ambas partes puedan crecer a partir de los desafíos que ocurran y salgan fortalecidos, tal vez esa experiencia que fue tan difícil o amarga en la convivencia con el otro resulta que nos dejó muchos aprendizajes como personas y luego como familias.

Pertenezco a un grupo de especialistas venezolanos que nos dedicamos a brindar información y asesorías a público general desde la mirada psicológica en temas relacionados con la crianza, familia y etapas del ciclo evolutivo entre otros, como parte de nuestro grano de arena para nuestra querida población venezolana, en esta oportunidad un miembro pidió asesoría sobre como sobrellevar de la mejor manera la convivencia y la autonomía en el hogar cuando reciben en otro país a otras personas migrantes. De aquí nace mi artículo Emigrar y 7 retos en la convivencia con otros, espero que puedan enriquecerlo con sus comentarios.

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Lic. Rosalynn Herrera

Psicóloga escolar, psicoterapeuta y asesora familiar. Mamá y migrante.

Autora de @psicoblogueando en Instagram